Son al menos 10.000 los niños chinos que continúan hospitalizados por drama sanitario sin precedentes provocado por la leche contaminada para lactantes. Afortunadamente ninguno más ha fallecido y la cifra es de cuatro pequeños que han perdido la vida, lo que ya de por si es espantoso.
Lo que no se ha publicado, y quizá nunca lleguemos a conocer, es el número total de afectados por las diferentes marcas de leche que se han estado comercializando con melamina en su composición. Ni sabremos completamente nunca los efectos que a largo plazo tendrá este envenenamiento masivo. China nos tiene acostumbrados a noticias de este tipo y a un modo de tratar la información muy sesgado. En este, como en otros casos, una actuación en favor de los afectados más rápida habría podido paliar las consecuencias.
Sin embargo la adulteración de alimentos o los problemas en ellos no son cosas que afecten solo a China. En Europa han sido muchos y seguramente seguirán apareciendo descubrimientos sobre los perjuicios de conservantes, colorantes, envases, grasas hidrogenadas, alimentación del ganado, pesticidas y transgénicos.
Una lección que deberán tomar en cuenta muchas otras compañías del mundo para que dejen de jugar con la salud de la gente.
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